Las doce. Cansada, después de un día “duro”, me dirijo a la cama.
Me recuesto, arropada por un gran edredón azul. Pasan minutos hasta que mis ojos se cierran completamente, y dejan paso al otro mundo. A un mundo diferente.
Donde somos otra persona, que reside en otra casa, y tiene otra vida. Aunque se parezca a la nuestra, es diferente.
En ese mundo, caben mis peores miedos y mis mejores deseos, que se turnan para jugar con mi mente, distorsionar su realidad.
Sueño con una gran araña, que poco a poco se convierte en mi padre. Me regaña.
Sueño con una frágil bailarina, encerrada en una cajita de música.
Sueño con la paz, con la guerra.
Sueño con bailar, y quedarme quieta.
Sueño fama, sueño con sueños incumplidos, sueño con caídas, sueño libertad, sueño con soñar, sueño con seres extraños, sueño contigo..
Y cuando despierto, no recuerdo nada. Imágenes borrosas vagan perdidas por mi mente, pero nada importante. Como si hubiera sufrido un accidente y hubiera perdido la memoria. Una decepción más.
No siento nada, salvo una extraña sensación que me recorre de pies a cabeza, un hormigueo, como si mi cuerpo quisiera decirme que recordara, que es importante. Inútil. Como todo.
Dulces sueños.
Me fascina leer tus entradas y ver como te expresas. Está claro que dentro de muy poquito tendrás muchos más seguidores. Sigue así, un besito y suerte!
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